miércoles, 22 de enero de 2014

Chungo-conversiones (I)

¿No os ha pasado alguna vez que, jugando a algún juego, una persona que parecía, tranquila y calmada explota de rabia porque ha recibido una dosis de puteo jugón?

Yo ya tengo varias experiencias en ese sentido. Y las ire relatando en estas entradas que titularé como habéis visto: 

Chungo-conversiones. 

¿Te animas a contar aquí cual es la peor chungo-conversión de la que has sido testigo?



Sin duda, el juego que ha provocado la peor chungo-conversión que he presenciado ha sido el Munchkin . Lo de "apuñala a tus amigos" es totalmente cierto. Un jugador (no muy jugón por cierto)  se encontraba en el nivel nueve. Se las prometía felices porque había bajado un mostruo de su mano al que podría derrotar fácilmente. El puteo fue extremo. Llovieron cartas que aumentaban el poder del monstruo y disminuía el del jugador. Cartas que hicieron aparecer dos mostruos más (uno que conllevaba la muerte el jugador y otro que bajaba considerablemente su nivel)... no tuvo más remedio que retirarse e intentar huir de los tres monstruos...(sin éxito)

No voy a reproducir aquí todas las palabras que salieron de su boca, ni los apelativos "cariñosos", que nos dirigió, por si acasa hay personas sensibles leyendo esto. Baste decir que seguramente Tarantino no tendría valor de incluir esas expresiones en sus películas. La chungo-conversión acabó como creo que acaban todas, con la célebre frase: ¡La última vez que juego a este **** juego! 

Por cierto, volvió a jugar.

Cuentanos aquí quién es ese amigo tuyo que esconde un Mr Hyde cuando juega y pierde. Anímate.

4 comentarios:

  1. Pues yo (Farko) no suelo ponerme muy nervioso. Todo lo contrario, soy un hombre que me considero pachón y tranquilo, pero mi chungo-conversión se produjo con el juego Hanabi.
    Jugando con Fayzah y mi hermano (6 años menor que yo), en una de sus primeras (pero no la primera) partida, cada vez que le dábamos una pista, al rato le daba por barajar las cartas de su mano, o se le olvidaban, o mil otras cosas.
    En una de estas, exploté. Me puse a gritarle improperios y a decirle que por qué narices seguía haciendo eso, que parase, que nos estaba costando la partida... no me enorgullezco. Salió un genio malvado de mi.
    Por suerte mi hermano es un encanto y no hubo resentimiento. Pedimos disculpas, abrazos y perdones, y echamos otra partida, esta vez, teniendo todos cuidado de no barajar las cartas ni olvidar las pistas. Aún así, se mira con recelo sacar ese juego con mi hermano... por si acaso...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Normal, yo renegaría de él como hermano. Lo de Caín y Abel empezó con una partida a algún juego. ¡Fijo!

      Eliminar
  2. Cuarto de Juegos via Twitter me ha dado el pie para mi próxima entrada en Chungo-conversiones. El BANG! y las matanzas a compañeros de tu propio bando.jeje

    ResponderEliminar
  3. Yo tengo varias experiencias de chungo-conversión, pero las dos que más destacan fueron estas:
    1ª, jugando al clásico Risk. Un jugador tenía américa del sur y otro Africa. Así que uno le propuso un pacto verbal de dejar sus fronteras al mínimo y reforzas las otras. Pues uno rompió el pacto y empezó el espectáculo. Desde entonces se le conoce como "el puñaletas".
    2ª, fue jugando al Smalworld underground. Éramos 3 jugando y dos fuimos a por uno sin compasión, resultado, acabó pegando un manotazo al tablero y fichas desparramándolas por todos lados.

    ResponderEliminar